El arqueólogo y espeleólogo Domingo Abreu Collado localizó el pasado martes, 21 de junio, día del solsticio de verano, nuevas evidencias del uso de la Cueva del Puente para observaciones astronómicas por parte de nuestros antiguos pobladores, llamados hasta ahora “indios” y “taínos”.
El hallazgo se produjo el martes 21 de junio pasado, cuando un equipo liderado por Abréu Collado se dispuso a comprobar la teoría del uso de los efectos de luz solar en dicha cueva también para marcar el solsticio de verano, como ocurre asimismo para el solsticio de invierno.
Según declaraciones de Abreu Collado, “el grupo de investigación, completado por Johanna Corporán y Dulcina Abreu Collado, descendió a la parte profunda de la cueva del Puente, en el Pomier, donde el haz vertical de luz solar debía indicar –como al efecto ocurrió– un lugar, un punto de confirmación, del cambio en el movimiento del planeta y en la posición del sol”.
Asegura el espeleólogo dominicano que al observar el trayecto del haz de luz solar en el interior de la cueva pudieron localizar un lugar no reportado anteriormente, con numerosos petroglifos y un pequeño monolito de aspecto antropomorfo. En el grupo de petroglifos se destacan aves, otras figuras antropomorfas y otras marcas asociadas al conjunto.
El Espeleogrupo de Santo Domingo, entidad de investigaciones espeleológicas y rupestres que dirige Abreu Collado, había visitado la Cueva del Puente en innúmeras ocasiones y ninguno de sus miembros había notado la presencia del conjunto ahora detectado, puesto que durante todo el año permanece en la oscuridad y solamente en el solsticio de verano es iluminado por el haz de luz solar, tal como ocurre los 21 de diciembre con el espacio donde se encuentran juntas las representaciones de Boinayel (dios de la lluvia) y Márohu (dios del viento y el tiempo apacible).
El grupo continuará sus investigaciones sobre este tema, relevará la totalidad de los petroglifos hallados y determinará su vínculo lógico con el evento solar. En tanto, aboga por que se detenga el avance de la explotación minera en el entorno, puesto que sus efectos han afectado sensiblemente la parte boscosa que protege las cuevas, y también a las pinturas en el interior de estas cuevas, consideradas como la «Capital Prehistórica del Caribe».