Los expertos en climatología alertan de los peligros del cambio climático desde hace décadas. Sus datos demuestran el aumento de las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero (GEI), además de las temperaturas medias globales que siguen batiendo récords históricos. El consenso científico avala la influencia decisiva de la actividad humana en ese calentamiento global.
Sin embargo, desde diferentes esferas y con el altavoz de las redes sociales se lanzan mensajes que cuestionan las evidencias y sostienen que ese calentamiento o no existe o no tiene origen antropogénico. A menudo utilizan bulos o medias verdades, por ejemplo que anteriores predicciones catastrofistas erraron, lo cual es cierto, pero no invalida la precisión de las actuales —sobre todo gracias al desarrollo tecnológico como la capacidad de análisis ‘big data’ y su avance exponencial en pocos años—.
Esa posición tampoco invalidaría el principio de precaución: más vale intentar mitigar el cambio climático y prepararse porque, aunque sus consecuencias no alcancen el máximo grado, incluso niveles mucho menores tendrían unos efectos muy graves. Además, de ser cierta esa supuesta falta de precisión en las predicciones, también podría jugar en sentido contrario: que los efectos fuesen aún peores de lo previsto.
Estos son algunos de los pseudoargumentos, mitos y material para noticias falsas.
El cambio climático ha ocurrido otras veces, así que no es culpa del hombre
En los 4.500 millones de años de historia del planeta, el clima ha experimentado bruscos vaivenes, muchas veces. Pero el calentamiento actual no se explica por ese ciclo. “El tipo de cambios que ocurrían normalmente durante cientos de miles de años están ocurriendo en décadas”, explica World Wildlife Fund (WWF). “Las temperaturas globales están ahora en su punto más alto desde que comenzaron los registros. Este calentamiento mucho más rápido se corresponde con los niveles de dióxido de carbono [CO2] en la atmósfera, que han ido en aumento desde la revolución industrial”. Por tanto, tienen origen en actividades humanas “como la quema de carbón, petróleo y gas para producir energía y alimentar nuestros hogares, o talar árboles para producir los alimentos que comemos”. Es más, las emisiones de las actividades humanas han causado el 100% del calentamiento observado desde 1950, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).
El calentamiento no existe, el invierno pasado hizo mucho frío
Calentamiento significa, por definición, aumento de la temperatura. Lo cual, como explica WWF, no implica solo que se registren mayores niveles medios de calor —con sus consecuencias de más sequías e incendios forestales más virulentos—, sino que se produce una alteración del clima en un sentido mucho más amplio y complejo. Así, eventos extremos como inundaciones, tormentas, huracanes, pero también grandes nevadas, son más frecuentes y devastadores.
El CO2 en la atmósfera es mínimo, su aumento no tiene trascendencia
Otra verdad, o mentira, a medias: si bien el CO2 constituye menos del 10% de la atmósfera, su influencia en el efecto invernadero es comparativamente mucho mayor, incluso en pequeñas concentraciones. Como indica la NNOA (National Oceanic and Atmospheric Administration, de EE UU), “es el más importante de los gases de efecto invernadero de larga duración en la Tierra. Absorbe menos calor por molécula que otros como el metano o el óxido nitroso, pero es más abundante y permanece en la atmósfera mucho más tiempo. Su aumento en la atmósfera es responsable de aproximadamente dos tercios del desequilibrio energético total que está provocando el aumento de la temperatura planetaria”.
Hay científicos que lo cuestionan, por algo será
Hacen ruido… pero son muy pocos. Que los humanos son responsables del calentamiento global es la posición de las academias científicas de 80 países y las organizaciones de la ciencia climática. Alrededor del 95% de los investigadores de esa especialidad que publican artículos al respecto respaldan la posición de consenso, según Skeptical Science. En 2013, un equipo de expertos midió el nivel de acuerdo examinando 11.944 trabajos científicos y concluyó que el 97,2% coinciden en el diagnóstico.
El reino vegetal necesita CO2
En efecto, las plantas eliminan y almacenan grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera. Pero esa capacidad de absorción es limitada y merma por ejemplo con la tala masiva de bosques. “El CO2 en sí mismo no causa problemas —apunta WWF—, es parte del ecosistema natural. El problema es la cantidad que producimos los seres humanos, no ha existido este nivel de CO2 en la atmósfera durante 800.000 años”.
El cambio climático sería un problema… dentro de muchos siglos
Como en agosto de 2021 ha vuelto a advertir el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, si se supera el calentamiento global medio en 1,5 ºC no pueden descartarse fenómenos como el colapso de las capas de hielo, cambios abruptos en la circulación oceánica o un calentamiento sustancialmente mayor de la superficie. Y predice que podrían alcanzarse o superarse esos 1,5 °C en los próximos 20 años. Según WWF, algunos efectos vinculados con el clima ya son patentes en el suministro mundial de alimentos, el aumento de la migración, los conflictos, las enfermedades y la inestabilidad mundial.
La energía renovable es un negocio interesado
La Industria Nuclear Mundial (WNISR) cifra el coste de generación de energía solar entre 36 y 44 dólares por megavatio/hora, mientras que la eólica cuesta entre 29 y 56 dólares. En cambio, la energía nuclear oscila entre 112 y 189 dólares por megavatio/hora. También son más costosos el gas y los combustibles fósiles. Tras su drástica bajada de precios, las energías eólica y fotovoltaica representan la opción más barata, según IRENA (Agencia Internacional de Energías Renovables). No obstante, para que el sector renovable sea dominante en el mix energético, aún debe superar barreras importantes como el almacenamiento para reducir su intermitencia, es decir, la dependencia de que luzca el sol o sople el viento, entre otros.
Los animales se adaptan al cambio climático
Las especies pueden modificar sus fenotipos —rasgos observables de un individuo— en función de la variación del clima, y en este sentido sería una respuesta al cambio climático. Pero es muy dudoso que se adapten tan rápido a uno tan vertiginoso. A modo de ejemplo, Art Woods, biólogo de la Universidad de Montana, dice que “algunas especies de gran altitud están en riesgo porque, a medida que sus hábitats se calientan, pueden intentar migrar hacia arriba, pero a veces allá arriba no tienen un hábitat adecuado”. De acuerdo con un estudio publicado en Nature en 2019, dirigido por la investigadora alemana Viktottia Radchuk, aunque algunas especies siguen siendo capaces de cambiar sus genes o su comportamiento para adaptarse al clima cambiante, pero pocas lo hacen con la suficiente rapidez para garantizar su éxito a largo plazo. La Universidad de Queensland (Australia) advierte de que la adaptación de los animales de ganadería irá acompañada de una pérdida de producción y un aumento de los costes de insumos.
De nada sirve que los demás tomen medidas si China sigue contaminando
China emite más de una cuarta parte (26%, según Naciones Unidas; la Agencia de Protección del Medioambiente de EE UU eleva la cifra al 30%) de los GEI globales. Pero, juntas, las emisiones de países y regiones como EE UU (13%), la Unión Europea (8,5%), Rusia (4,8%) y Japón (2,7%; todos datos de la ONU), casi igualan o superan al gigante asiático: un 29%. La reducción de la contaminación por parte de estas naciones tendría, por tanto, un impacto equivalente. Conclusión: el compromiso de cuantos más países, mejor, sigue siendo vital.