Según el informe Estados de los arrecifes de coral del mundo: 2020 elaborado por la Red Mundial de Vigilancia de los Arrecifes Coralinos, un 14% de los arrecifes de coral de todo el mundo han desaparecido entre 2009 y 2018. Este porcentaje equivale a unos 11.700 kilómetros cuadrados, cifra superior a todo el coral vivo de Australia.
La superficie del coral ha retrocedido en la última década alrededor de todo el mundo. Vastas masas de joyerías acuáticas hoy erosionadas, blanqueadas y disueltas en un océano que engloba herramientas esenciales en la lucha contra la amenaza ambiental. El rápido aumento de las temperaturas a causa del cambio climático se ha convertido en el principal causante de esta otra pandemia que afecta a nuestros fondos marinos y desnuda las costas tropicales de sus cinturones protectores, dando pie a una erosión del ecosistema sin precedentes.
Hablamos con una experta en la problemática de la destrucción del coral y las diferentes medidas que se están abordando actualmente desde los principales corazones del turismo, de Maldivas a República Dominicana.
SIN BARRERAS NATURALES PARA 2100
A lo largo y ancho del mundo los arrecifes de coral se consumen, arrastrando con ellos a numerosas especies que dependen de estos ecosistemas. El cambio climático impone su avance silencioso a través de la temperatura de las aguas, factor que literalmente “hierve” los corales de todo el planeta.
“La relación entre la destrucción del arrecife de coral y el cambio climático es un círculo vicioso”, asegura Pilar Marcos, bióloga marina de Greenpeace, a Traveler.es. “El cambio climático modifica la temperatura del mar y blanquea los corales, que a su vez resultan una herramienta necesaria contra el propio cambio climático”.
Los corales vivos suponen un sumidero natural esencial, ya que a través de sus microalgas absorben CO2, reforzando los fondos marinos y a su vez una naturaleza sana que permite luchar más fácilmente contra la situación actual.
Actualmente, la situación del coral en España es nimia: “La conservación de la posidonia sí se ha convertido en una prioridad en España, pero en lo que respecta al coral, los de nuestro país son mayoritariamente de fondo.
Es decir, no precisan de luz y además sirven como escenario de experimentación, especialmente en zonas como el Cap de Creus, en Girona, o Águilas, en Murcia”, confirma Pilar, quien apunta hacia el corazón de la problemática. “El coral cumple un papel esencial en zonas isleñas donde existen muchos atolones, como sucede en el Caribe o en zonas del Pacífico. Ejercen como barrera natural frente a la subida del mar debido al deshielo de los casquetes.”
Actualmente existen países como las islas de Tuvalu (Polinesia), la primera víctima del cambio climático, donde su presidente realizó recientemente una conferencia con el agua hasta las rodillas a modo de clara señal de atención hacia este problema. En la cercana isla de Vanuatu, la ausencia de coral y el aumento del nivel del mar han llevado incluso a remodelar un aeropuerto tragado por las aguas del Pacífico.
Las zonas tropicales se han convertido en el principal foco de la recuperación del coral a través de la creciente “repoblación” que pueda subsanar las costas de zonas que viven principalmente del turismo.
HOTELES Y REPOBLACIÓN
Durante los últimos años, la repoblación del coral se ha convertido en una medida empleada por diferentes países del mundo, especialmente en las áreas turísticas y a través de sus principales hoteles. Un buen ejemplo es la iniciativa impulsada por la cadena Iberostar en su complejo Bávaro Selection de República Dominicana. Su nombre es Coral Lab y fue inaugurado el 8 de junio de 2019, Día Mundial de los Océanos, para brindar protección a la vida marina tras la llegada fantasmal de restos de corales al país caribeño en marzo del mismo año.
Coral Lab alberga hasta 10 especies y 180 corales individuales rescatados en un banco genético como parte del movimiento Wave of Change, una triple iniciativa destinada a proteger los océanos y fomentar el turismo responsable.
Una especie de “Arca de Noé” para los arrecifes de coral, tal y como asegura la Dra. Megan Morikawa, Directora de la Oficina de Sostenibilidad de Iberostar: “Se trata de una ciencia muy necesaria en un lugar inesperado”, asegura a través del equipo de prensa de la cadena: “los corales tan solo representan el 1% de la superficie mundial, pero contienen alrededor de un tercio de la diversidad biológica del planeta”.
Al otro lado del mundo, un destino que también lucha contra la degradación del coral es el archipiélago de Maldivas, donde varios resorts apuestan por programas de repoblación. Maldivas engloba hasta 1.200 islas coralinas distribuidas en 26 atolones de gran belleza marina, formada por tortugas, mantarrayas, tiburones y otros cientos de especies.
El resort Soneva Fushi, en el atolón Baa, se ha convertido en el principal referente de repoblación de coral en el archipiélago con una plantación de 50.000 fragmentos de coral cada año. Tras dos años de estudio, se han potenciado técnicas de restauración apoyadas en la tecnología de acumulación de minerales (MAT) bajo el objetivo de restaurar el arrecife al mismo estado con el que contaba hace 25 años. El objetivo es plantar corales en 40 hectáreas durante los próximos diez años.
LA VERDAD TRAS LA REPOBLACIÓN DE CORAL
Los expertos aseguran que la repoblación de coral es una alternativa sólida y potente, pero no es suficiente. “La repoblación es una tirita”, asegura Pilar Marcos. “En aspectos locales sí tiene un efecto positivo, ya que son comunidades dependientes del turismo. También ponen en valor la ciencia y la capacidad de experimentación, pero hay que frenar el cambio climático o no va a haber capacidad para repoblar más corales ”.
Basándonos en la reciente Cumbre del clima COP26 celebrada en Glasgow, si el mar supera el grado y medio de temperatura, el 80% de los corales del mundo desaparecerían para 2100: “Los países debemos potenciar las emisiones 0. Sí que es cierto que la naturaleza es nuestro principal sumidero de CO2, pero los ecosistemas marinos son las principales herramientas contra el cambio climático. No solo debemos pedir responsabilidad a las empresas, sino poner en valor la defensa contra esta amenaza”.
En un mundo donde los arrecifes de coral han sobrevivido a todos los caprichos de la naturaleza a lo largo de la historia, resulta paradójico, e incluso insultante, que estos paraísos naturales no puedan sobrevivir a un nuevo enemigo: el ser humano.