Comprar, comprar y comprar
Aparentemente tanto el Black Friday como el Cyber Monday parecen ser excelentes formas de ahorrar dinero, especialmente para quienes pretenden adelantar la compra de regalos navideños y/o buscan actualizar sus dispositivos electrónicos, cambiar el guardarropa u obsequiar a sus hijos con nuevos juguetes. También se aduce que hay familias de bajos ingresos que solo de esta manera acceden a ciertos productos.
Pero la realidad es muy diferente, puesto que el Black Friday no está diseñado para ayudar a los consumidores menos afortunados, sino que es la forma más evidente de promocionar el consumismo masivo, agresivo y competitivo que hay, ya que, poniendo un tiempo límite para adquirir las ofertas, se anima a las personas a comprar productos (y hasta servicios) que nunca pensaron que querían, a adquirir mucho más de lo que necesitan y a acabar endeudados.
Una jornada medioambientalmente nefasta
Consumo desenfrenado
Este es un día en el que las personas más cuerdas acaban perdiendo la cordura, por comprar cosas que en realidad no necesitan. Las empresas captan clientes ofreciendo algunos a precios ridículos, pero su verdadero objetivo no es vender 100 aparatos de TV, sino todo lo demás, que no siempre tiene los mejores precios ni una buena calidad.
Los desperdicios se multiplican con el Black Friday
El desperdicio es un problema mundial durante todo el año, pero cuando llega el Black Friday el aumento de este tipo de basura es verdaderamente impactante. La enorme mayoría de los productos están envasados y la gente no solo compra sin límites, sino que no se molesta en separar y reciclar la mayor parte de los mismos. Además, la compra compulsiva lleva a desechar objetos que no necesariamente habían cumplido su ciclo de vida.
Los gases de efecto invernadero del Black Friday
Las ofertas de Black Friday que se adquieren online suelen tener fechas de entrega perentorias, lo que aumenta de forma desmesurada la huella de carbono del producto, de la transacción y de todos los que están involucrados en ella. Los sistemas de envío colapsan, pierden eficiencia, los transportes se multiplican y la generación de gases de efecto invernadero se dispara.
Fomenta la mano de obra barata y la explotación
Cuanto más barato se venda un producto, más deberíamos fijarnos en la sostenibilidad de su producción, en el origen del mismo y especialmente en toda la cadena de trabajo inherente a su fabricación, transporte y venta. Para colmo, en estas fechas señaladas el personal de las tiendas (ya sean fijos o eventuales) trabaja demasiado y cobra muy poco.
El sobreconsumo acabará con nosotros
Para poder ofrecer lo que se vende ese día previamente hay un aumento desmesurado en el consumo de todo tipo de recursos (energía, agua, materias primas), que implica graves problemas para el medio ambiente: contaminación masiva de agua, suelos y aire, destrucción de biodiversidad por pérdida de hábitats, consumo desmedido de combustibles fósiles (y el consiguiente aumento de las emisiones de efecto invernadero), aumento de los residuos y un luego etc.
Black Friday es uno de los mejores ejemplos de cómo el ser humano es capaz de consumir lo que no necesita, solo por el hecho de que las grandes empresas le hayan hecho creer que es el ‘momento propicio’ para hacerlo. Y si bien la gran mayoría ignora los perniciosos efectos de sus adquisiciones, ello no es óbice para que cada uno de ellos contribuya a nuestro propio fin.
Fuente: Energias Renovables