Limitar el calentamiento climático global a los objetivos de los Acuerdos de París cuadruplicará de aquí a 2040 la demanda de minerales dedicados a la construcción de tecnologías de energías limpias.
En un informe publicado este miércoles, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) indica que, si la transición energética fuera más rápida con vistas a alcanzar la neutralidad de las emisiones de carbono a mediados de siglo, las necesidades en minerales para esas tecnologías se multiplicarían por seis.
A modo de ejemplo, un coche eléctrico necesita seis veces más que uno convencional y una instalación de aerogeneradores eólicos en tierra nueve veces más que una central de gas con una capacidad de generación equivalente.
La AIE advierte de que, si no se actúa para responder a esa explosión de la demanda de una serie de minerales fundamentales para los vehículos eléctricos y sus baterías, para las redes eléctricas o para los aerogeneradores, las metas de contención del cambio climático podrían verse comprometidas.
Los gobiernos deben actuar
“Los desafíos no son insuperables, pero los gobiernos deben dar señales claras sobre cómo planean convertir sus compromisos climáticos en acciones. Actuando ahora y juntos, pueden reducir significativamente los riesgos de volatilidad de precios e interrupciones en el suministro”, señaló su director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol.
La gran prioridad es proporcionar señales claras sobre el ritmo que tienen intención de dar a la transición energética y el peso de las tecnologías clave para ofrecer así garantías sobre un nivel adecuado de inversión que permita desarrollar fuentes de aprovisionamiento diversificadas.
Según las estimaciones de la AIE, en un escenario en que se materializaran los Acuerdos de París, que buscan limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2 grados centígrados, el desarrollo de los coches eléctricos y de las baterías supondría multiplicar al menos por 30 el consumo de minerales para esos usos entre 2020 y 2040.
La mayor subida sería para el litio, para el que la demanda se multiplicaría por 32; para el grafito, por 25; para el cobalto, por 21; para el níquel, por 19, y para las tierras raras, por 7.
En paralelo, el reforzamiento y la extensión de las redes eléctricas para dar cobertura a las energías renovables significaría al menos duplicar el consumo de cobre.
Además, la generación de electricidad con procedimientos con bajas emisiones de dióxido de carbono -en particular con energía eólica y solar- se traduciría en triplicar las necesidades en minerales para esa actividad.
Los autores del estudio ponen el acento en que, ante esas perspectivas, hay debilidades que podrían causar cuellos de botella en el aprovisionamiento y una gran volatilidad en los precios que serían perjudiciales para evolucionar hacia un sistema energético más limpio.
Una producción muy concentrada
Entre esos problemas estaría la fuerte concentración de la producción de los minerales fundamentales: los tres primeros países en los que se extraen litio, cobalto o tierras raras suponen alrededor de dos tercios del total mundial.
Esa concentración es todavía más marcada en el procesamiento: China acapara el 40 % del cobre, casi el 60 % del litio, más del 60 % del cobalto y cerca del 90 % de las tierras raras.
Otro problema son los largos plazos para el desarrollo de proyectos mineros y, al respecto, la AIE recuerda que de media pasan dieciséis años desde el descubrimiento hasta que empieza la explotación.
Una forma de reducir la presión es intentar disminuir la cantidad de material utilizado mediante la innovación tecnológica, pero también recurriendo al reciclaje.
Se calcula que para 2040 el reciclaje de cobre, litio, níquel y cobalto de las baterías que lleguen al final de su vida útil podría compensar en torno al 10 % de las necesidades de esos minerales.