Brigadas de Restauración Ecológica es un nombre que debe ocupar el centro en el flujograma operativo de las grandes estrategias ambientales del país, protegido de los avatares de la administración pública.
Pero la realidad es que bajo la grandilocuencia de tal denominación figuran los “nominales” y muchos innombrados con funciones reales en el territorio y que tienen en común recibir los salarios más bajos por las labores más difíciles e importantes.
Son las víctimas primeras de los incendios forestales, los huracanes, la delincuencia ambiental, la prepotencia de los poderosos, la rabia contenida o manifiesta de los más pobres y de las incompetencias, desconocimientos o descuidos de la burocracia.
Carecen de padrinos y de ahijados: huérfanos del Estado, invisibles para la sociedad, su existencia constituye la parte central del drama de la degradación de nuestros ecosistemas y su creciente marginalidad y pobreza es consustancial a la perdida de los principales servicios ambientales de la naturaleza que defienden y con la consecuente disminución de la calidad de vida de sus usuarios directos e indirectos.
Lo poquísimo que ganan es ya deuda vieja cargada de intereses abusivos cuando es recibido a fin de mes.
Hace dos meses que los innominados nominales no cobran. Últimos en la escala salarial y primeros en el frente de batalla por la preservación de nuestro entorno, cuando reciban sus magros salarios la usura los habrá convertido en aires y su miseria se verá aumentada.
El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales debe detener la erosión económica de guardaparques y brigadistas.
Cierto que debe revisar nóminas, nominales, nominillas, innominados y, sobre todo, innombrables.
Es urgente y necesario.
…y haréis justicia señor Ministro.
Luis Carvajal.