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Como proteger el “pez de oro”

En 2017, me encontré sentado en el Acuario Nacional cerca del empresario, magnate e inversionista reconocido, Richard Branson. El objetivo de su visita fue acompañar al Ministerio de Medio Ambiente dominicano en el anuncio de la veda de la captura, comercialización y consumo de tiburones, rayas y peces loros.

Indudablemente, una veda de un periodo de dos años de las 12 especies de pez loro fue histórica y respondía al reconocimiento de la creciente importancia para la salud de los arrecifes de coral y el turismo dominicano. En 2014, la Red Global de Monitoreo de Arrecifes de Coral (GCRMN) publicó el reporte más detallado y completo sobre los arrecifes de coral del Caribe en la historia: “Estado y Tendencias de los Arrecifes Coralinos del Caribe: 1970-2012.” Dentro de sus conclusiones, se demostró científicamente que los arrecifes mas saludables de la región contaban con poblaciones vibrantes de pez loro. El reporte hizo tres principales recomendaciones: 1. Eliminar la pesca con arpón 2. Crear reservas de no-pesca. 3. Establecer vedas de pez loro y otras especies herbívoras. Numerosos estudios científicos han mostrado la importancia de ese especie.

Richard Branson a la derecha del entonces ministro de Medio Ambiente Francisco Domínguez Brito en 2017.

 

Como animal acuático herbívoro, el pez loro tiene una serie de dientes frontales como el pico de un loro (por eso su nombre), que emplea para roer rocas del arrecife, al mismo tiempo que consume arrancando las algas. Al ingerir macroalgas en los arrecifes, limpian las algas del arrecife a beneficio de los corales.

El pez loro es además una máquina de producción de la arena blanca, la misma arena que decora las playas del Caribe. Su excremento, constituido por roca y coral digerido, es arena blanca. La arena es un subproducto notable de su forma de comer. Se estima que un pez loro adulto defeca alrededor de 200 libras de arena blanca al año. Considerando que los arrecifes de coral generan un estimado de $3 mil millones de dólares anualmente en turismo y recursos pesqueros, el pez loro vale oro a la economía del Caribe.

En 2019, venció la veda de pez loro en República Dominicana, dejando dudas marcadas sobre su efectividad. Aunque la prohibición fue bien intencionada, estudios preliminares no mostraron aumentos en las poblaciones del pez loro en aguas dominicanas, ni cambios en el comportamiento de los dominicanos en cuanto el consumo de pez loro. En ese mismo año, el Diario Libre reportó que en Boca Chica el pez “es ofertado como ‘pan caliente’ en pescaderías y playas sin ningún tipo de regulación por parte de las autoridades de Medio Ambiente.”

En septiembre 2020, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, ahora bajo el liderazgo de Orlando Jorge Mera, reestableció una veda de la captura y comercialización de peces loros y doctores, esta vez solo por un año. La resolución resalta que “es de interés nacional lograr la sostenibilidad de la pesca para garantizar a futuro el medio de vida y seguridad alimentaria de miles de dominicanos, así como preservar las especies y el funcionamiento de los ecosistemas costeros y marinos.”

Tras los aprendizajes de la primera veda de 2017-2019 ¿Cómo se puede mejorar los resultados de esa veda? Algunas recomendaciones:

1. Involucrar otras entidades competentes en el cumplimiento de la ley:

Si el anuncio de la primera veda fue sorpresivo para muchos ambientalistas, igual sorprendió a las autoridades del Servicio Nacional de Protección Ambiental (SENPA), la Armada Dominicana, el Consejo Dominicano de Pesca y Acuicultura (CODOPESCA) y la mayoría de los Viceministerios de Medio Ambiente, que aprendieron de la resolución durante el evento con Richard Branson. Estas entidades, mas que el mismo Ministerio, son los que garantizan el cumplimiento de la veda.

Esta vez aparenta ser diferente porque el Ministerio nombra los responsables del cumplimiento con cargo, nombre y apellido. “En lo adelante el Viceministerio de Recursos Costeros y Marinos que dirige José Ramón Reyes, será el encargado de dar cumplimiento a esta medida junto al viceministro de Áreas Protegidas y Biodiversidad, Federico Franco. Ambas dependencias contarán con el apoyo de instituciones como, la Armada Dominicana, el Consejo Dominicano de Pesca y Acuicultura (CODOPESCA) en las acciones que se desarrollarán en lo inmediato para preservar los peces loros y doctores.”

2. Crear conciencia a nivel nacional sobre la importancia de los peces herbívoros

En este caso, también el Ministerio parece haber aprendido su lección de la primera veda, enfatizando la necesidad de apoyar todas las iniciativas educativas y de concientización sobre la protección e importancia de esta especie. Ya en los medios sociales de @ambienterd se ha notado una priorización del pez loro. Pero para penetrar la conciencia nacional se requerirá una campaña amplia, sostenida y coherente de educación ambiental. Esto ayudará a educar a los consumidores sobre las diferentes vedas y respetarlas, incluyendo, pero no limitando solo a la veda de pez loro.

3. Involucrar al sector privado en la conservación de esa especie

Previo a la veda oficial, varias cadenas de supermercado tomaron la iniciativa de prohibir la comercialización de pez loro voluntariamente. Al mismo tiempo, usaron sus plataformas de promoción y mercadeo para concientizar al público en general sobre su importancia a través de amplias campañas publicitarias. Con presupuestos considerables de promoción, las empresas pueden ser una fuente importante de información al público.

El sector privado tiene aún más potencial para contribuir a la conservación de especies críticas. Por ejemplo, ASONAHORES, la asociación que representa más restaurantes, hoteles y actividades turísticas del país, debe comprometer públicamente a sus miembros de respetar todas las vedas del país sin excepción y promover la veda de pez loro.

4. Crear alternativas de vida para los pescadores

A pesar de contribuciones positivas al medio ambiente, la implementación de límites de explotación pesquera, como las vedas, crean un reto económico para los miles de pescadores artesanales que dependen de la pesca para su sustento. Por ejemplo, se estima en ciertas zonas del país que entre el 40% a un 60% de la captura local es de pez loro. Si la veda de esa especie va a ser efectiva, es necesario impulsar alternativas de vida digna para esos pescadores.

La experiencia de Fundación Grupo Puntacana puede ser ilustrativa para otras regiones del país. Ha priorizado la capacitación y contratación de pescadores en diferentes empleos turísticos y de conservación: jardineros de coral, capitanes de barco, artesanos, carpinteros, hasta recolectores de sargazos. Hoy en día, la Fundación contrata a La Asociación de Artesanos y Servicios Marítimos (ARSEMAR), una entidad incorporada compuesta de pescadores y sus familiares, para una variedad de servicios y productos relacionados al mar. La lección más importante es la necesidad de complementar los límites de explotación pesquera con la creación de nuevas oportunidades para la comunidad de pescadores y sus familias.

5. Crear Zonas Formales de No-Pesca

En la República Dominicana, los peces loros son cada día más escasos, pero no es la única especie que ha disminuido. La pesca artesanal con arpón ha disminuido drásticamente la población de peces marinos típicamente consumidos, como los meros y pargos. Mientras sus opciones de pesca tradicionales disminuyen, los pescadores reemplazan los peces de más alta “categoría” (valor económico) por categorías de pez más bajas (menos valor económico), como el pez loro.

Para recuperar el pez loro, se necesita reestablecer poblaciones de otros peces comercialmente viables. Las zonas de no-pesca, o “refugios pesqueros” representan la forma más efectiva de aumentar poblaciones de múltiples especies a la vez, creando núcleos de reproducción que ayudan restaurar poblaciones de peces como pargos y meros. Obviamente, ese requiere estudios de línea base de diferentes especies de peces para confirmar la efectividad de la veda y las zonas de no pesca.

Sin lugar a duda, el éxito de esta nueva medida dependerá más del compromiso y apoyo de todo el sector privado y público, grupos ambientales y comunitarios, asociaciones y todos los ciudadanos dominicanos que al mismo Ministerio de Medio Ambiente por sí solo. Contando con la experiencia de la veda anterior, podemos aprender de sus deficiencias y lograr un cambio real. Con el apoyo de toda la sociedad dominicana es posible lograr un ejemplo de recuperación de uno de los ecosistemas mas importantes del país, los arrecifes de coral.

Diario Libre