En entrevista con euractiv.de (Alemania), socio de EuroEFE, Werner Hoyer, presidente del BEI explica en qué consiste la nueva visión de la entidad europea de cara a los retos futuros, entre ellos un “bono verde”.
En julio pasado (2019), el Banco Europeo de Inversiones (BEI) publicó un borrador de su propuesta de política de préstamos para proyectos energéticos, el cual incluye fondos extra para los socios menos favorecidos de la Unión Europea (UE), un mayor foco en las energías renovables y una disminución gradual del apoyo a las infraestructuras de combustibles fósiles después de 2020.
¿Qué le pareció la intervención de Greta Thunberg (la semana pasada en Nueva York)?
Está haciendo una gran labor. Es el símbolo de una generación que ha encontrado su voz. El presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, dijo recientemente que las protestas en pro del clima demuestran que es posible movilizar a los jóvenes por motivos políticos.
Es ciertamente posible movilizarles pero es mucho más importante que ellos nos movilicen a nosotros. Y eso quedó patente en las últimas semanas. Creo que es realmente un movimiento de masas, y eso es muy alentador.
¿Qué influencia ejerce ese movimiento juvenil sin precedentes en el BEI?
Necesitamos apoyo político, somos una institución cuya titularidad está en manos de los 28 socios de la UE. En definitiva, tengo que convencer a nuestra dirección ejecutiva que (el BEI) representa a los 28 gobiernos (incluido Reino Unido), que vamos por el buen camino.
Este movimiento (el activismo de los jóvenes en favor del clima) es muy alentador para nosotros porque somos, de lejos, el mayor prestamista de recursos en pro de proyectos para la acción climática en todo el mundo.
Esto se ha visto, en algunas ocasiones, de manera crítica, pero ya no. La gente está satisfecha con que el Grupo BEI sea un agente financiero capaz de movilizar capital privado para objetivos de acción por el clima. De repente estamos en el centro de atención.
La Comisión Europea apuesta por transformar el BEI en un “Banco por el clima”, ¿Cómo se hará?
Ursula von der Leyen (la nueva presidenta de la Comisión) dijo que quería que el BEI fuese “el” banco climático. Hemos sido un banco del clima durante 30 años. Hemos sido la fuerza motora detrás de los bancos multilaterales de desarrollo en París hace cuatro años.
Allí, nos comprometimos a que el 25% de nuestras actividades estén dedicadas a objetivos precisos de acción climática. Hemos cumplido en eso, ahora estamos en el 28% y hemos propuesto a nuestros accionistas aumentar ese porcentaje hasta el 50% para 2025.
Eso es muy ambicioso, pero no nos quedamos ahí. Adaptaremos el 50% de los préstamos restantes (a los objetivos) del Acuerdo de París. Eso significa que los proyectos que no estén directamente vinculados al clima no deben contraponerse a nuestras ambiciones climáticas. (La protección) del clima está presente en todo lo que hacemos.
¿El plan de la Comisión Europea para financiación sostenible les dota de las suficientes herramientas?
Me parecen muy positivos los esfuerzos de la Comisión Europea para presentar un plan para finanzas sostenibles que incluya una “clasificación verde”, y proporciona una mejor definición de –por ejemplo- lo que se considera un “bono verde”.
Hemos sido los impulsores clave de los principios de los Bonos Verdes. En resumidas cuentas, no podemos coger un trozo de papel blanco, pintarlo de verde y simplemente presentárselo a los inversores a quienes nos gustaría atraer a nuestros proyectos. Tienen que saber exactamente qué estamos financiando con esos “bonos verdes”.
No obstante, esos esfuerzos también se tienen que realizar a escala global. La Unión Europea tiene que seguir ejerciendo el liderazgo y convencer a nuestros socios en todo el mundo que tenemos que contar con (parámetros) equiparables.
¿Está decepcionado con que algunos socios (de la UE) ya estén dando marcha atrás respecto a las propuestas que presentaron a principios de septiembre?
No estoy en absoluto decepcionado, estoy animado. Tengo la sensación de que tendremos mucho apoyo para nuestra siguiente reunión (en octubre) de la junta directiva.
No cabe duda de que algunas regiones o países se verán más afectados que otros por la transición a una economía baja en carbono. Algunos países siguen siendo muy dependientes de los combustibles fósiles, no sólo para su suministro energético o para su seguridad energética, sino también para (la creación) de empleo y (el fomento) del crecimiento. Son reticentes, dudan.
Apoyo plenamente una transición (a una economía baja en carbono) justa y equitativa. Si no hacemos ahora esa transición, nos enfrentamos al riesgo de encontrarnos con activos sin valor, con un ciclo de vida económica de 25,35 o incluso 40 años.