Resumen: Disney estrena el remake de El Rey León con una espectacular puesta en escena digital. La entrañable historia de Simba es, sin duda, una de las más comprometidas con el medioambiente ya que nos da una increíble lección sobre el equilibrio en el “Ciclo de la Vida”. ¿Hemos aprendido algo los espectadores sobre las enseñanzas de Mufasa? Las consecuencias que va a traernos el cambio climático dicen que no.
La eterna leyenda
El remake de El Rey León llega a todos los cines españoles para repetir el éxito que tuvo en 1994. Dirigida por Jon Favreau, esta nueva película será un Live Action con técnicas digitales pioneras en la que veremos a los personajes más reales que nunca pero manteniendo ese aura romántico y musical que enamoró a los espectadores hace dos décadas. El elenco de dobladores para la versión en inglés estará formado por Beyoncé, Donald Glover y James Earl Jones, quien repetirá para prestar de nuevo su voz a Mufasa.
El argumento de la película será básicamente el mismo que ya se basó en la historia de Hamlet.
El rey Mufasa, dirigente de un reino animal fantástico presumiblemente ambientado en la sabana africana, es traicionado y asesinado por su hermano Scar, quien falla al tratar de dar muerte también al heredero del trono, Simba, el protagonista de la película.
El pequeño príncipe consigue huir creyendo que todo ha sido culpa suya y crece exiliado acompañado por dos personajes renegados que viven ajenos a cualquier problema y preocupación. Mientras, Scar convierte el reino en una dictadura, dilapidando todos los recursos y destruyendo el equilibrio del “Ciclo de la Vida”. Con el objetivo de salvar a su pueblo, una leona llamada Nala va en busca del heredero para recordarle su verdadera identidad y pedirle que reclame el trono. A partir de aquí la historia sigue el patrón descrito por Joseph Campbell en su ‘Héroe de las mil caras’, libro publicado en 1949 y que define un modelo básico que siguen la mayoría de historias épicas denominado el “monomito” o “periplo del héroe”.
El Ciclo de la Vida
“Todo lo que ves coexiste en un delicado equilibrio. Como rey tendrás que respetar a todas las criaturas, desde la pequeña hormiga hasta el veloz antílope. Al morir nuestros cuerpos alimentan el pasto, el antílope come pasto y así estamos conectados en el gran Ciclo de la Vida”. Esta es la explicación que el rey Mufasa trata de enseñar a Simba sobre su responsabilidad y deber con la protección del Ciclo de la Vida, que mantiene al reino en armonía y que Scar destruye al imponer su dictadura de derroche sin ningún tipo de control u organización, dejando al reino sin alimentos y destruyendo su ecosistema. Si pasamos por alto que la monarquía de Mufasa supone también un poder dictatorial y que la acción de unos animales difícilmente pueden alterar las condiciones climatológicas como aparecen en la película, (el sol brilla en el reinado de Mufasa y la oscuridad se cierne sobre el régimen de Scar), lo cierto es que la película tiene muchos paralelismos con la situación que vive actualmente la Tierra.
De la misma forma que les ocurría a los animales del régimen de Scar, los seres humanos están sometidos a una dictadura global donde las grandes empresas energéticas financian campañas políticas para controlar los gobiernos del mundo y poder seguir así agotando los recursos del planeta. Tal y como publica un estudio elaborado por el Instituto de Responsabilidad Climática en Colorado, 90 multinacionales relacionadas con la comercialización de combustibles fósiles y carbón entre las que se encuentran ExxonMobil, BP, Chevron o Gazprom, son las responsables de producir más del 60% de la polución que ha provocado el cambio climático.
Ante la ausencia de un Simba o héroe de mil caras que les salve y les libre de la dictadura oligopolística, ¿a qué esperan los pueblos del mundo para impedir que estas y otras grandes empresas sigan destruyendo el planeta? La realidad es que, muy probablemente, al contrario de lo que sucede en la superproducción de Disney, la humanidad no reaccionará hasta que sea demasiado tarde y las consecuencias, como de costumbre, las pagarán las personas con menos recursos y con mayor vulnerabilidad.