Una plataforma de organizaciones ecologistas organizó este viernes una protesta en Osaka (Japón) con motivo de la cumbre del G20 que allí se celebra, para reclamar a los líderes mundiales políticas más ambiciosas contra la crisis climática.
Un grupo de manifestantes ataviados con máscaras de líderes del G20 como el presidente estadounidense, Donald Trump, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, o el presidente francés, Emmanuel Macron, y portando cubos llenos de carbón se concentró este viernes cerca de la icónica torre de Tsutenkaku, un céntrico distrito de Osaka.
El objetivo era caricaturizar el uso que aún hacen muchos países de las energías fósiles y retratar la “hipocresía” de Japón este sentido, dijeron a EFE los organizadores agrupados bajo el lema “No Coal Japan”, una plataforma que incluye a las ONG Centro Japonés para una Sociedad y Medioambiente Sostenibles (JACSES), Amigos de la Tierra o 350.org.
Críticas
Los manifestantes pusieron el foco de sus críticas en el primer ministro de Japón, por tratarse del país que ocupa la presidencia de turno del G20 y que cuenta con una alta dependencia de las energías fósiles (el petróleo aporta el 8,7 % de su generación energética, y el carbón, un 39,8 % %, según datos del Gobierno).
“Abe todavía financia el carbón mientras otros países piden que abandone estas energías. Para ser un verdadero líder, Abe debería tomar medidas contra el cambio climático”, señalaron los organizadores en un comunicado.
Las concentraciones tuvieron lugar en una zona de Osaka alejada del lugar donde se reúnen los líderes del G20, un centro de convenciones ubicado en una isla artificial de la bahía de Osaka que permanece prácticamente cerrada al tráfico y blindada con un dispositivo de seguridad de unos 32.000 agentes.
Crisis climática
Se espera que la lucha contra la crisis climática sea uno de los puntos destacados de la declaración conjunta que se aprobará al término de la cumbre, aunque probablemente se tratará solo de un llamamiento a respaldar el cumplimiento de los Acuerdos de París.
La Unión Europea, y países que la integran como España y Francia, han reclamado un texto más ambicioso, aunque esto se ve dificultado por las divergencias dentro del grupo de los veinte y sobre todo por parte de EE.UU., país que abandonó unilateralmente lo pactado en París en 2016.