Consulta
Profesor,¿usted insiste en que cuidar las áreas protegidas es más importante que reforestar?
Respuesta
No es que insista, se trata de una verdad evidente, la única presa que realmente funciona y nunca se agota, es una montaña bien forestada, tejida y construida por la naturaleza durante cientos o miles de años, pues sin una alfombra verde en el lomo de las cordilleras, jamás tendremos agua.
Con la actual sequía que enfrenta el país, ¿dónde se originan los únicos ríos y manantiales con caudal activo? Reformulo la interrogante por si el mensaje no se capta, ¿qué pasaría con el agua que consumimos en la capital dominicana si no existiese un parque nacional llamado “La Humeadora”, donde están las tomas de agua de Isa, Mana, Haina y Guananito, construidos a partir de 1924.
Más evidente aún, ¿qué pasaría con el agua que consumimos tres millones de almas aquí en la capital, sin el auxilio del acueducto Valdesia – Santo Domingo, alimentado por Valle Nuevo? Barrera de Salinidad, segundo acueducto más importante de esta urbe capitalina, está dentro del Parque Nacional Humedales del Ozama.
Santiago de los Caballeros, Moca, Tamboril, Licey, Villa González, Gurabo y 15 pueblos más, se abastecen del Acueducto del Cibao Central, cuyas aguas las garantizan los parques nacionales Armando Bermúdez y Baiguate, entre otras áreas protegidas de la Cordillera Central.
Sin los parques nacionales José del Carmen Ramírez y Valle Nuevo, no habría agua para el Valle de San Juan ni la Plena de Azua. Es más, sin éstas áreas protegidas, la “Presa de Montegrande”, que el Presidente de la República y los pueblos del suroeste consideran la esperanza viviente para la zona económica más deprimida del país, tampoco tendría sentido, porque ¿de dónde vendrían sus aguas?
“Efecto Esponja”, son dos palabras mágicas que resumen la importancia de las áreas protegidas, cuando de agua se trata. Es el bosque existente y no el que se intenta reconstruir, quien capta las lluvias, donde cada árbol en pie, es una planta de agua, pues sus hojas, corteza, ramas y tallos, incluyendo las bromelias, helechos y orquídeas que sostiene, ordeñan las nubes para alimentar la napa freática, que cuando se llena, se convierte en manantiales, produciendo el agua que inocentemente se escurre entre las rocas en el lecho de los ríos.
¡Hay que plantar, pero primero tenemos que cuidar! Las áreas protegidas son las que producen el agua segura de la República Dominicana.
Eleuterio Martínez
Periódico Hoy