Es cierto que la actividad turística es una de las contribuidoras del efecto de los gases invernaderos en nuestra atmósfera y aunque esencialmente sean los transportes los que más emitan CO2, todos los beneficiarios de esta actividad contribuyen al mismo; sin embargo muy pocos son conscientes del retorno negativo que está teniendo y que va a tener en un futuro inmediato.
Actuar es una inversión con un alto ROI (retorno de inversión)
Ya no hablamos solo del calentamiento de nuestro entorno, de las temperaturas extremas que cada vez son más normales y alarmantes, sino lo peor es la evolución del clima debido al incremento de las temperaturas medias, que es el factor mayor de riesgo de nuestro entorno, que por ejemplo en la agricultura puede provocar impactos muy negativos, pero que también en los destinos turísticos y más si dependen muy directamente de factores ambientales, como el sol y playa, turismo de naturaleza y rural, deportivo, etc. Pero tengan en cuenta que la #percepción de riesgo ambiental (por ejemplo climático) puede afectar a cualquier actividad o destino turístico, en cualquier parte del mundo, incluyendo grandes ciudades.
La confortabilidad de las visitas es un factor clave del éxito en cualquier destino y ésta depende en muchas medidas de dicho factor ambiental (temperatura y clima), que afecta directamente a los turistas, quienes en definitiva están influenciados y les induce o no a un mayor o menor consumo de ocio, provoca más estacionalidad, imagen y reputación, alargamiento o reducción de su estadía, etc.
La percepción de riesgo ambiental puede afectar a cualquier actividad o destino turístico
La adaptación al cambio climático, puede tener 2 versiones, que podemos llamarla “darwiniana”, quien mejor se adapta es quien sobrevive, pero conlleva el gran riesgo de pérdida de demanda turística, cuando esta adaptación es pasiva, o si por el contrario es activa, y se reacciona o mejor se anticipa (todavía) al modo de la ecología humana, es decir como los humanos han evolucionado a lo largo de miles de años adaptándose a esos cambios.
Se sabe que gran parte del empeoramiento climático es producido por la actividad humana, y por tanto esta acción-reacción puede mitigarse y claro mejorar las condiciones para nosotros mismos. Es decir cada destino turístico podría aplicar políticas, a modo de gobernanza y como mínimo de coopetencia (Coopetition), para mitigar estos cambios climáticos y beneficiarse, pero claro antes hay que comprender el fenómeno y tomar una postura proactiva.
Pero si el cambio climático es una amenaza real y actual, por encima de éste, está el cambio global, el que realmente afecta mucho más al conjunto de la sociedad y por ende a todos los destinos turísticos.
La alteración de los ecosistemas, su pérdida, así como de la biodiversidad tiene efectos directos en la salud humana
El cambio climático está en gran parte provocado por este cambio global, inducido por la acción antrópica, que está causando una evolución artificial (buscando beneficios exclusivamente de explotación de los recursos y no de aprovechamiento y menos de desarrollo sostenible) de nuestro entorno, que sin duda alguna afectará también a los destinos turísticos.
La alteración de los ecosistemas, su pérdida, así como de la biodiversidad tiene efectos directos en la salud humana y como ya se está notando algunas cadenas hoteleras, que todavía no los destinos, están diseñando e implementando estrategias de salud alimentaria/nutrición, entornos mas acogedores y saludables, cambios en su paisajismo, movilidad, y ciertas aunque tímidas políticas de mejora energética, tratando de depender menos de las energías no renovables.
Esto demuestra que si un destino o un hotel piensan que no son islas, sino que pertenecen a un territorio, a un entorno, que son parte de su “hinterland”, deberían actuar en él, mitigando el cambio global a una escala local, porque serán los principales beneficiarios. Sin duda es una inversión con un alto ROI, porque incide directamente en la percepción de sus consumidores y no solo en el hecho real de sus beneficios de salud y emocionales, claves en la satisfacción del turista.
La sostenibilidad no es un objetivo, sino un instrumento para conseguir un futuro de bienestar
Es hora de acabar con el “green-washing”, ese maquillaje que pudo disuadir o engañar a un tipo de consumidor más superficial, pero que esa demanda ha evolucionado y exige beneficios perceptibles y tangibles, más aun con las nuevas generaciones.
Quizás el turismo en conjunto debería ser consciente de cómo afecta y como puede y debe reaccionar a este cambio global y climático y entender que la #sostenibilidad, no es un objetivo, sino un instrumento para conseguir un futuro de bienestar, una competitividad duradera.
Arturo Crosby
Forum Natura / EFEverde