Los trece militares españoles que viajaron a la Antártida para ofrecer apoyo logístico han pasado hoy el testigo en Zaragoza a los integrantes del Ejército de Tierra que les sucederán de diciembre a marzo durante la XXXII Campaña Antártica en la base Gabriel de Castilla, donde se investiga el cambio climático.
El Acuartelamiento San Fernando de Zaragoza ha reunido a los veintiséis componentes que forman el equipo entrante y saliente de la Campaña Antártica, que lleva realizándose desde 1988, con el fin de transmitir una serie de nociones y conocimientos, así como experiencias de esta misión de gran distancia.
De esta forma, esta “familia antártica”, como se llaman, ha empezado la preparación para afrontar el reto antártico, que supone estar a 13.000 kilómetros de España, a 1.000 km del lugar habitado más cercano y separados de Ushuaia, la ciudad argentina más austral, por el mar más peligroso que hay en el mundo, el mar de Hoces, donde deberán hacer una travesía de cuatro días para llegar a su destino, Isla Decepción.
Según ha explicado el comandante Juan José Pereda, que será el jefe durante la expedición 2018-2019, la preparación de los trece componentes dura cinco meses y se centra, sobre todo, en los conocimientos relativos a la seguridad en los movimientos y embarcaciones, ya que son los que deberán desarrollar diariamente para transportar a los diferentes investigadores que se encuentran en la Base Antártica Española Gabriel de Castilla.
En condiciones cambiantes y climáticamente adversas
Estos conocimientos permitirán a los militares “dirigir a los investigadores y científicos y saber cómo actuar ante glaciares, nieve o peligros reales dado que las condiciones son cambiantes y climáticamente adversas”, ha dicho el jefe de la expedición.
Muchos de los trabajos científicos que se desarrollan en la Antártida está destinados a comprobar las consecuencias del cambio climático, ya que “se trata de un continente tan preservado que permite mostrar más fácilmente las consecuencias directas de la actividad humana sobre el medio ambiente”, ha apuntado Pereda.
En este sentido, estas investigaciones, que dependen del Comité Polar Español del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, ya han demostrado que los efectos del cambio climático son reales.
Según ha señalado la veterinaria Pilar Lisbona, que estuvo en la Antártida durante la expedición anterior, se ha constatado un cambio en el comportamiento de los pingüinos, las focas y los lobos marinos, que ahora tienen que hacer un camino más largo para encontrar alimento porque la reproducción del krill, su sustento principal, está disminuyendo.
Los ritmos de los hielos están cambiando por dinámicas de los mares
Además, entre otros, también los ritmos de los hielos están cambiando por las dinámicas de los mares, lo que está provocando el deshielo en unas zonas y la formación de hielo en otras donde antes no se producía, ha indicado Pereda.
Por esta razón, Lisbona ha subrayado que el fin de la Campaña Antártica es “mejorar las condiciones en este territorio de cara al medio ambiente”, así como mantener la presencia física de España en cumplimiento a los acuerdos suscritos en el marco del Tratado Antártico y sus Protocolos, un pacto que establece que todas las investigaciones en la Antártida deben ser compartidas.
Entre otras, el equipo humano que compone esta operación militar en el exterior debe mantener en adecuadas condiciones de uso las instalaciones, el material y el equipo de la base para el desarrollo de los trabajos de investigación y experimentación.
El comandante Pereda, después de haber visitado Isla Decepción durante diez días, ha sido el encargado de seleccionar entre unos 200 candidatos a los trece integrantes de la XXXII Campaña Antártica. La elección se ha basado en configurar un equipo polivalente, es decir, un grupo en el que “todos ellos sean capaces de ayudar al resto y de trabajar en otras áreas, no solo en su especialidad”, ha destacado.
Las principales áreas que forman el equipo son logística, sanidad, medio ambiente, movimientos y navegación, comunicaciones, motores, instalaciones y alimentación.
La base Gabriel de Castilla, junto al Buque de Investigación Oceanográfica Hespérides y la base Juan Carlos I, constituyen las tres plataformas con las que España opera en la Antártida.
EFEverde