Saud Abu Ramadán.- Desde hace meses, el palestino Salim Miqdad, de 42 años, y dos de sus hijos, recorren medio kilómetro con tres cubetas de plásticos que rellenan cada una con 18 litros de agua de la desalinizadora local del campo de refugiados de la playa, Shati, en el oeste de Gaza capital.
“Desde hace tiempo, el agua que sale por el grifo de casa se ha vuelto gradualmente salada y nadie en la familia puede beberla, ni usarla para cocinar o para preparar té o café”, explica a Efe Miqdad: “Ni los gatos ni los perros del vecindario pueden beberla”, sentencia.
El padre de esta familia de nueve miembros, que trabaja como profesor, asegura que el agua corriente de su hogar solo puede usarse para baños y para lavar platos y ropa porque la que necesitan potable para consumir hay que comprarla y supone un gasto de 100 séqueles al mes (30 dólares), de un salario de 400 dólares.
Cuando el mundo conmemora el Día del Agua, los expertos coinciden en que la Franja de Gaza está en riesgo de quedarse sin agua potable en los próximos meses, debido al aumento de la contaminación en un 97% que ha despertado un profundo temor entre la población por la propagación de enfermedades graves.
Miqdad no es el único ciudadano de la Franja de Gaza que se queja de esta crisis, los más de dos millones de personas del enclave costero, bajo un estrecho bloqueo israelí desde 2007, están afectados por la falta de este recurso básico.
Incumple estándares de calidad
La Autoridad Palestina del Agua, la Oficina de Estadística Central Palestina y la Organización Mundial de la Salud aseguran que el 97% del agua que bombean los acuíferos costeros de la Franja no cumple los estándares internacionales de calidad.
El agua extraída de los acuíferos en Gaza en 2016 para uso doméstico fue de 167,2 millones de metros cúbicos, cantidad que se obtiene a través de un bombeo inseguro, ya que el rendimiento sostenible de la cuenca no debe superar los 50 o 60 millones de metros cúbicos por año.
Una desalinizadora
En la conferencia de donantes, patrocinada por la Unión Europea en Bruselas esta semana, varios países europeos y agencias internacionales han comprometido 456 millones de euros para construir una desalinizadora.
De esta cantidad, los países europeos aportarán 77,1 millones y el resto saldrá de agencias y terceros países, como Turquía, que cubrirán el 80% de los 562,3 millones de euros que requiere el proyecto, para suministrar 55 millones de metros cúbicos de agua desalinizada a los residentes de Gaza.
Las licitaciones se harán a mediados del mes que viene.
La Autoridad Nacional Palestina (ANP) se comprometió a ser parte de la iniciativa a pesar de que la reconciliación entre el partido nacionalista Al Fatah y el islamista Hamas está estancada y la transferencia de poder a la ANP sigue incompleta.
Efectos en la salud
La polución en la Franja de Gaza ha crecido debido a que el agua del mar del enclave costero registra un 73% de contaminación y los casos de diarrea entre niños menores de tres años han aumentado un 80%, según el centro local Al Mizan de Derechos Humanos.
Su último informe afirma que “estas cifras horribles son un indicador de la contaminación del agua y su falta de calidad”, y la atribuye “al incremento de sales y al alto porcentaje de nitratos que tienen efectos negativos en la salud humana, especialmente los niños y las mujeres embarazadas”.
El vicedirector de la Autoridad Palestina de Agua, Rebhi Seij, reconoce a Efe que “las características del agua en el depósito subterráneo de Gaza exceden los niveles permitidos en porcentajes de sales y proporción de nitratos”, un mal que afecta “al 96,2%, del agua total del acuífero“.
Camiones, camionetas y carros tirados por burros y caballos llenan estos días, día y noche, pequeños tanques con agua potable de las desalinizadoras locales, principalmente en los barrios superpoblados, para vender a los residentes.
“La grave crisis del agua en Gaza obliga a los ciudadanos a comprar agua potable de plantas privadas de desalinización que también enfrentan problemas relacionados con la contaminación biológica”, alerta Sheij.
Esto supone otro riesgo, ya que según el dirigente los procesos de llenado y descarga de agua aumentan la contaminación que, nuevamente, empeora en los depósitos informales de los ciudadanos.
EFEverde