MÉXICO. Científicos de varios países urgieron a las autoridades mexicanas a detener inmediatamente la tala en la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca y promover la regeneración de los bosques que forman su hábitat, en una carta publicada en la actual edición de la revista Science.
En la misiva, los científicos indicaron que las mariposas monarca (Danaus plexippus) realizan una de las migraciones más espectaculares del reino animal.
“A través de generaciones, las poblaciones se desplazan de su rango de reproducción de 3,37 millones de kilómetros cuadrados en Estados Unidos y Canadá a una mucho menor área boscosa en el centro de México, donde pasan el invierno”, señalaron.
Destacaron que esta migración es un fenómeno natural icónico con valor científico, educativo, cultural y socioeconómico, y que los bosques de oyamel en Michoacán, que son esenciales para albergar a los insectos durante su hibernación, fueron declarados Patrimonio Mundial por la Unesco en 2008 para protegerlos.
Asimismo, enfatizaron que los bosques de hibernación están bajo amenaza de tormentas y perturbaciones humanas.
“En marzo de 2016, una intensa tormenta de viento azotó la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca. La pérdida de dosel arbóreo causada por la tormenta redujo la protección térmica, y un episodio subsiguiente de clima gélido redujo la población de la mariposa entre 31 y 38 %”, apuntaron.
Refirieron que las vedas a la tala fueron suspendidas para una operación de tala de salvamento posterior a la tormenta de abril a diciembre de 2016, tanto fuera como dentro de la reserva, incluyendo la teóricamente protegida zona núcleo.
La operación oficialmente tenía por objetivo la remoción de árboles derribados por el viento para reducir la acumulación de combustible, y fue extendida en 2017. Los científicos dijeron que no existen datos oficiales acerca de los volúmenes de madera extraídos, pero que fueron removidos muchos miles de árboles.
Señalaron que la tala de salvamento afecta los papeles ecológicos clave de activos biológicos como grandes árboles viejos o madera caída en la facilitación de la recuperación de los ecosistemas después de perturbaciones naturales.
“La remoción de árboles dañados puede reducir la biodiversidad, la fertilidad del suelo y otros servicios ecosistémicos, mermar recursos madereros clave, alterar la heterogeneidad del paisaje y disminuir otros beneficios generados por perturbaciones naturales”, sostuvieron.
Puede incluso aumentar, en vez de disminuir, el riesgo de perturbaciones subsiguientes, incluyendo incendios, añadieron.
La carta expone que la tala actual en Michoacán podría acelerar la disminución de las poblaciones de la monarca a través de la tala ilegal de otros árboles no afectados bajo el disfraz de operaciones legalizadas de salvamento, así como de una degradación general del hábitat causada por la tala de salvamento.
“Urgimos a las autoridades mexicanas a detener inmediatamente la tala dentro de la zona núcleo de la reserva”, señala.
“Divulgar información sobre extracción de madera de la reserva y financiar una evaluación de un equipo independiente de científicos de México, Canadá y Estados Unidos sobre el daño post-tormenta y post-tala al hábitat de la monarca y al ecosistema del oyamel”, resalta.
De acuerdo con los científicos, “el Gobierno mexicano debe también reforzar la planificación forestal nacional de tal forma que los administradores estén mejor preparados para situaciones inesperadas”.
Además de “promover la regeneración natural del bosque de oyamel en la zona núcleo y apoyar una reforestación cuidadosamente planeada y adecuadamente manejada en la zona de contención”.
“Estas son prioridades clave para la existencia continuada de la migración de las monarcas”, concluyeron.
Entre los científicos firmantes figura el ecuatoriano Pablo Jaramillo López, doctor en biología, adscrito al Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Firman también Alexandro Leverkus, del Departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá (España); Lincoln Brower, del Departamento de Biología de la Facultad Sweet Briar (EE.UU.); David Lindenmayer, de la Escuela Fenner de Medio Ambiente y Sociedad de la Universidad Nacional de Australia, y Ernest Williams, del Departamento de Biología de la Facultad Hamilton (EE.UU).