P. Profesor, los incendios forestales constituyen una amenaza real y seria para el país; nueva vez Constanza, Restauración y Los Haitises, envueltos en llamas, nos muestran la gravedad de la situación; ¿qué hacer para evitar esta tragedia?
R. Prevención es la palabra mágica y la única opción inteligente, económica y efectiva. Una vez iniciado un incendio forestal en las zonas cordilleranas, ya es muy tarde para evitar consecuencias graves para las fuentes de agua, para detener sus impactos en la agricultura, para impedir que bienes y propiedades sean convertidas en cenizas y lo que es peor, que vidas humanas valiosas, se vean expuestas a una desgracia irreparable.
El país tiene una excelente plantilla técnica, con los conocimientos y el entrenamiento necesario para hacerle frente a cualquier emergencia de esta naturaleza, pero con un hándicap; sin recursos, sin el equipamiento indispensable para realizar exitosamente su labor y lo peor, mal pagos y sin dietas ni incentivos. Es como decir que tenemos el mejor automóvil del mundo, pero sin combustible.
Los conozco y sé de su consagración a su misión de bomberos y hasta he compartido y tragado humo con ellos desde 1983, cuando aquel gran incendio forestal convirtió en cenizas las cabeceras del río Nizao (Los Patos y río Malo), Las Cuevas, Guayabal, Pinar Bonito y río Grande.
Y lo que más me sorprende es que, 30 o 35 años después, todavía vemos esos mismos seres humanos anónimos, cuyos nombres nunca salen a relucir en los medios de comunicación: Lebrón, Quéliz, Gerónimo, Virico, Escarramán… Esos son los bomberos; pero también, los estrategas, los que saben por dónde entrarle a un incendio que sube montañas arriba, la dirección de los vientos, los puntos críticos y de que el mayor peligro reside en utilizar a cualquier persona en una labor tan peligrosa y delicada como el combate de fuegos forestales.
Es un Alex Corona por ejemplo, que durante 8 años mantuvo al Parque Nacional Armando Bermúdez sin un solo incendio. Eso es histórico, pero nadie se lo reconoce, ni él lo espera, pero sí clama que hagamos algo. No podemos dejar que los fuegos hagan pasto de la Madre de Las Aguas, de la Sierra de Baoruco, Los Haitises, San Juan, Dajabón y Padre Las Casas.
¿Por qué no existe un COE para los incendios forestales si sabemos que vendrán de enero a mayo y de julio a septiembre?