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Contrabando de carbón a la vista de todo el mundo

JIMANÍ. «¿Qué quieren? ¡No dominicanos, pa tra, pa tra!» exclama enfática la mujer de tez oscura, unos seis pie de estatura y contextura fuerte que parece dirigir a un grupo de haitianos que transporta sacos de carbón de contrabando a través del lago Azuei.

 

Mientras vocifera, se aproxima súbita al vehículo de los visitantes (equipo de prensa) en aquella humilde comunidad ubicada entre Tierra Nueva y Las Lajas, quienes le manifiestan que están ahí para ver el lago.

 

«¡Pa tra, pa tra!», insiste, consiguiendo que los viajeros se dieran la vuelta. El resto de haitianos se mantiene atento: unos ríen, otros observan y algunos afilan machetes, mientras decenas de sacos de carbón -que consiguen con la depredación de los bosques de la parte sur dominicana-, reposan a la espera de ser montados en los pequeños barcos que utilizan para cruzarlos hacia Haití.

 

La tensión sólo permitió que el fotógrafo captara una imagen durante el minuto que estuvieron allí.

Según estadísticas del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, desde 2011 a la fecha, se han incautado 17, 897 sacos de carbón ilegal; se ha apresado y sancionado a 240 personas, respectivamente, y sometido a 97 en las provincias Independencia, Bahoruco, Azua y Barahona.

 

Los hermanos dominicanos Julio César y Martín Báez Santana son señalados en Tierra Nueva, Jimaní como unos de los principales autores de este negocio ilícito, que según investigaciones del Grupo Jaragua, desarrollan con el apoyo de altos militares.

 

«En ocasiones se han pronunciado en público, diciendo que mientras el general Campusano esté ahí, nadie puede tocarlos», resalta el Grupo Jaragua en una denuncia depositada en 2011, ante la Procuraduría para la Defensa del Medio Ambiente y los Recursos Naturales.

 

«Lo que está pasando con el carbón es una destrucción terrible, sobre todo en áreas protegidas de República Dominicana. Nosotros hicimos una denuncia sobre este caso con nombres y fotos de lugares de trasiego de carbón y a la fecha no tenemos respuesta, pero tampoco vemos que se estén aplicando medidas para corregir la situación y lo preocupante es que cada vez vemos más áreas deforestadas, porque todo el carbón que demanda Haití está saliendo de aquí y lo que nos preguntamos es: ¿Qué pasará con los bosques dominicanos?», precisa Yolanda León, del Grupo Jaragua.

 

Desidia de las autoridades

 

El caso de los hermanos Báez que menciona León, es conocido hasta por el director provincial de Medio Ambiente en la provincia Independencia, Julio Román, quien además asegura que ellos no son los únicos contrabandistas.

«Esos no hacen tráfico de carbón aquí arriba en la Sierra; ellos están en la zona allá abajo por el área del Lago Enriquillo, por donde dicen Arroyo Blanco, y desde ahí hasta Neyba, los bateyes, batey 8, batey 9, Tavila, Galván, Tamarindo y esas zonas», especificó Román.

 

P. ¿Por qué si se sabe de ellos, no se les impide que continúen desforestando?

 

R. «Cómo le digo… aparte de los hermanos Báez, por ahí debe haber alrededor de diecisiete a veinte personas que realizan esa práctica y lo último que ellos están haciendo es que los choferes de los camiones son nacionales haitianos, para que los que siempre se atrapen sean haitianos».

 

P. ¿Qué conexión fuerte tienen estos hermanos que se conoce de ellos y se les permite que continúen trabajando?

 

R. «Bueno, yo lo que le digo es que el carbón no lo cargan ni en helicóptero, ni en avión, y hay alrededor de 13 a 15 puestos de control del Cesfront y del Ejército Nacional en la zona. Medio Ambiente tiene debilidad de personal, sólo cuenta con dos efectivos en la provincia y mayormente esos casos cuando atrapan un camión, son ellos que nos los pasan a nosotros», enfatiza.

 

Diario Libre se trasladó a la casa de los hermanos Báez para conocer sobre su implicación en el negocio y la razón por la que se dedican a éste.

 

«En Tierra Nueva no hay otra cosa de que vivir y a veces uno halla 50 sacos de carbón y tiene que cargarlos obligao, pero ahora con el Cesfront no puede uno, porque en lo que te mandan a buscar el carbón es lo mismo que ellos te piden. Ahora tenemos mucho tiempo que no vendemos, porque el Cesfront no nos deja», explicó Julio Cesar Báez, uno de los hermanos señalados como contrabandistas.

 

 

 

Entrevistado en el patio de una de las casas que tienen en la zona-una de aspecto lujoso al igual que la jeepeta- y donde DL pudo ver varios sacos de carbón, Báez aseguró que llevan más de un año sin vender el material y manifestó que los sacos de su casa los utilizan para cocinar.

 

Sin embargo, esta declaración se contradice con una retención que les hizo el Cesfront de dos camiones cargados de carbón el 20 de noviembre de 2013, y un recurso de amparo interpuesto por ellos (los hermanos Báez) en contra de la autoridad fronteriza, con el que buscaban la devolución de sus camiones.

 

El fallo se hizo a favor de los hermanos Báez, pues la magistrada Leucadia Fortunata Méndez, del juzgado de Primera Instancia del Distrito Judicial de Independencia, dijo que el Cesfront no cumplió las reglas judiciales.

 

«Cuando apresan a una persona o la sorprenden en una infracción penal, su deber es ir a las autoridades competentes, en este caso el Ministerio Público de Medio Ambiente, no quedarse y detener ellos», precisa la magistrada, quien en principio había asegurado que en los siete años que llevaba en el puesto, sólo había llegado un caso de carbón en 2009. El caso de los hermanos Báez lo reveló luego de que DL le hiciera la mención.

 

Durante el proceso judicial estuvo presente como testigo el procurador adjunto de Medio Ambiente, Bolívar De Oleo Montero, quien calificó el recurso de amparo como correcto.

 

«Medio Ambiente tiene servicio de seguridad, no es a ellos (al Cesfront) a quienes  les toca guardar, qué hace el Ministerio, le pone una multa administrativa, si paga se le devuelve», destaca De Oleo en el recurso de amparo.

 

La historia concluye con la entrega inmediata de los camiones a los hermanos Báez, pues así lo ordenó la magistrada en su fallo, en el que además otorgó un plazo de 48 horas al Cesfront para la ejecución de la decisión, de lo contrario debían pagar RD$500 diario por cada día de retardo.

 

Cortes centenarios: el bosque, desaparece

 

Este contrabando «se está comiendo pedazos por pedazos el bosque dominicano, y lo está convirtiendo en áreas desnudas, pero poco a poco», manifiesta el estadounidense Jake Kheel, quien lleva más de cuatro años estudiando el tema para su documental «Muertes por mil cortes».

 

«Es un proceso que cada vez que vamos a la montaña a filmar se ve que va desapareciendo, vemos una loma nueva que ya está cortada o hay otra zona que está pelada no estaba hace unos meses, entonces, es la forma lenta en que va pasando esa situación que casi se hace imperceptible para las personas que no están al tanto», explica Kheel.
Una muerte lenta que durará años en reponerse, y así lo parafrasea Kate Wallace, de unos 80 años, quien tiene una villa en Sierra de Bahoruco y dice que lamenta lo que está sucediendo con el bosque.

 

«Están destruyendo árboles centenarios y la verdad que es una pena, son árboles que llevaran años en reponerse y la verdad es que no tenemos tanto tiempo para verlos crecer», comenta afligida esta amante de las aves quien además teme que con esta práctica se queden fuera de su hábitat natural.

 

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(Mapa con las zonas y árboles afectados en el país)

 

Hidrología y fauna afectadas

 

La desforestación está llevando a que en muchas zonas de la frontera, el clima se torne más árido y los ríos pierdan su caudal, según relata Jake Kheel.

 

«Una experiencia que tuve fue cuando visité el rio Bahoruco y una persona local me dijo ese río que ves ahora, antes era un río impresionante que se oía de lejos y ya es algo pequeño, pregunté: ¿y qué ha pasado?, me dijo: Bueno, hay una desforestación que se viene haciendo de par de años y eso está afectando».

 

Mientras a Jerbin Vólquez, del Grupo Jaragua le preocupa la fauna.

 

«Las personas vienen aquí en busca de carbón y cavan en los agujeros donde se encuentran las iguanas (Ricordi), las capturan, se las llevan al pueblo, la venden o se la comen, por eso nosotros estamos pidiendo que no devasten, que no tumben todos los árboles», precisó Vólquez.

 

 

Mártires del contrabando

 

Pero el contrabando de carbón no sólo está afectando la flora y la fauna de la frontera dominicana. Esta práctica también mantiene intimidados a muchos y comienza a destruir la vida de otros.

 

Evril Joseph, de 28 años y de nacionalidad haitiana, es una víctima del contrabando de carbón. Cuenta que su esposo Melaneo, un guardaparque dominicano, fue asesinado supuestamente por un haitiano tras encontrarlo fabricando carbón en Sierra de Bahoruco.

«Yo a ese negro ni siquiera lo conoco. Me duele y a vece hablo por mí misma porque soy haitiana, los haitianos no son fácil, hay alguno que son bueno, pero la mayoría son degraciao», relata la joven, madre de seis niños, tres de ellos del guarda parque con quien residía en Puerto Escondido.

 

Tenía cinco meses de embarazo cuando lo mataron, ahora la niña cumplirá dos años y para mantenerla junto al resto de sus hijos, debe recoger ají picante, con lo que logra conseguir máximo RD$250 por día. A veces dura meses sin trabajar.

 

«¡Eso no e fácil, con 200 peso uno cocina lo que puede cocina, arro blanco vacío, eso no da pa na, ya no aguanto ma!».

 

Cómo se hace el carbón 

 

La realización del carbón conlleva varios pasos:

 

1- Talar los árboles y cortarlos en pedazos

 

2- Formar el horno: Colocar un pedazo de madera pequeño en el centro, luego los palos cortados se van colocando en círculo en forma de choza.

 

3- El horno se cubre con grama y luego con tierra

 

4- Por último, se incinera y se espera unos tres días para que se convierta en carbón.

 

El proceso completo dura entre ocho días a dos semanas, dependiendo de la cantidad de árboles talados.

 

 

Quiénes lo hacen 

 

Los que talan son personas de escasos recursos que por lo regular son contratadas por los contrabandistas o realizan el trabajo de manera particular para venderles el saco. Son haitianos y dominicanos que se dedican a esta práctica como única vía para garantizar el sustento de su familia.

 

«Lo hacen porque no hay otra alternativa en esa zona, de hecho, casi todos los productores nos han dicho: Mira si yo tuviera otra cosa de donde ganar dinero, no lo haría», resalta Jake.

 

Un trabajo difícil donde pasan horas e invierten un gran esfuerzo físico, siempre acompañado del riesgo y el miedo de que las autoridades los encuentren y les desbaraten el horno.

 

Diario Libre intentó hablar con un grupo de obreros que encontró en una de las zonas, pero estos encendieron el camión donde llevaban árboles talados y emprendieron la huida. (Foto del camión)

 

Transporte, venta y ganancia

 

Cuando obtienen el carbón vegetal, lo empacan en sacos por lo regular de color blanco y lo transportan en mulos los de la Sierra y desde allí lo llevan hacia Haití. Los de Duvergé y zonas aledañas, son transportados en camión y llevados hasta el lago Azuei, desde donde lo trasladan a Haití en pequeños barcos.

 

La venta dependerá de la calidad del carbón y de la madera que utilicen, así como de su tamaño. Los obreros que desarrollan el negocio de manera particular, venden el saco a los contrabandistas en unos RD$120. Luego los contrabandistas ponen su precio.

 

En el caso de los hermanos Báez, dicen que vendían el saco de carbón en «60 dóllar haitiano, 260 pesos dominicanos». Sus ganancias: RD$9 y 10 mil por viaje.

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(Mapa con las rutas que los traficantes utilizan para exportar el carbón hacia Haití)

 

Comercio en Haití 

 

Cuando el carbón llega a Haití, los vendedores vacían los sacos y reorganizan el material para ofrecerlos a sus ciudadanos en el mercado de Croixs de Bouquets, a las afueras de Puerto Príncipe.

 

«La venta en el mercado de Haití, no es simplemente te vendo un saco, muchas veces viene una señora y compra una latica, otra medio saco, hay toda una logística y movimiento», refiere Kheel.

 

En Haití, según cuenta todavía se hace carbón a pesar de la poca cantidad de árboles que queda en ese país.

 

«Pero según nos dijeron la calidad del carbón en Haití es mucho menor que la del carbón dominicano, porque el tamaño de sus árboles es inferior».

 

Labor de las autoridades

 

Escasos guardabosques 

 

Las autoridades de Medio Ambiente apuestan a combatir la depredación de los bosques con la vigilancia que ofrecen los guardaparques y guardabosques, los cuales admiten no son suficientes para la cantidad de terreno que deben cuidar.

 

«No puedo decir ahora cuál sería el número de guardabosques ideal o el mínimo deseable, porque ya eso es un trabajo que quizás deberíamos pensar en un ejercicio de planificación que en esos términos no lo hemos hecho, pero no hay duda de que si tuviéramos más personas se podría hacer un mejor trabajo», manifestó Manuel Serrano, viceministro de Medio Ambiente.

 

Para proteger los bosques de las cuatro provincias afectadas por el contrabando de carbón, Medio Ambiente cuenta con un personal de 27 guarda bosques: 15 en Independencia; 6 en Barahona; 4 Azua y 2 en Bahoruco.

 

Sin vehículos, arma de fuego, ni equipos de seguridad, los guardabosques se pierden en el bosque por un salario por debajo de los RD$8 mil.

 

Chequeos esporádicos

 

A pesar de que en las referidas provincias existen diferentes puntos de chequeo, muchas veces los militares no lo realizan. Diario Libre viajó en una camioneta sin rotulación y sólo en uno de los puntos detuvieron el vehículo para ser supervisado.

 

Según informes del Ministerio de Medio Ambiente, en la provincia Independencia existen 14 puestos de chequeo, tanto del Ejército como del Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza (CESFRON); en Bahoruco, dos: La Fortaleza Cambronal y en el Salado; en Azua, dos y en Barahona, cuatro.

POR KIRSIS DÍAZ/ VIDEO Y FOTOS MARVIN DEL CID

Vía:  http://www.diariolibre.com/