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Buscar el nido del Aguila nos llevó al gran Aceituno… y de ahí al paraiso

Por Nelson Bautista.

La primera parada fue apenas algunos kilómetros después de salir de Mao. Ramón Anibal nos había esperado en «la Ciudad de los Bellos Atardeceres» donde llegamos apenas al despuntar el día.

En los línderos del bosque seco que rodea la zona siempre se percibe una vitalidad distinta, pintoresca, muy distante de la percepción agreste que el propio nombre que se le da a este ecosistema suele proporcionar. Estuvimos escudriñando tras la visión de una especie de «Ruiseñor albino» que, según afirma nuestro anfitrión, ha sido visto por varias personas en la zona. Se hizo fantasma o ese día no vino.

Unas cuentas fotos del entorno, valga del disfrute de la singular aroma… y seguimos la ruta.

Arbol de Frijolito

Nuestra ruta tiene propósitos múltiples, desde ir a la común de «Los Martínez» para poder encontrarnos con un ejemplar de «Frijolito»  (Capparis cynophallophora) que según nos relatan es tan robusto y singular como ningún otro. Hasta recorrer unos cuantos kilómetros de la franja ribereña del Río Mao tras un acantilado donde algunos presumen que podrían estar anidando unas Aguilas Pescadoras que pululan en el entorno de la presa de Monción.

El grupo es reducido, 4 personas viajamos desde santiago, cámaras, prismáticos, música, algunas picaceras y suficiente líquido. Con la suma de nuestro maeño amigo nos adentramos por entre los bosques de galería que nunca dejan de sorprendernos en derredor del raudo y cristalino caudal del Mao. Sterling  (ictiólogo autodidacta) se queja sin embargo de la poca cantidad y variedad de la vida acuática que puede verse a estas alturas del Río (se dice que la pesca intensiva con productos químicos ha ido extinguiendo la otrora explendorosa riqueza acuícola de este cauce).

Ceibas imponentes, palmeras que toman agua del borde mismo del río, Maras…miles de ellas. Almejas de agua dulce por montones. Muchos recodos y meandros. La vista puesta simultáneamente en el camino y en las alturas… Finalmente llegamos hasta un gran acantilado donde las diversas fuentes han coincidido que debe ser el lugar más propicio para estar anidando (tanto por lo solitario, lo distante, lo difícil de acceder, etc.) Estuvimos escudriñando por un buen tiempo. En cierto momento pudimos divisar una de las águilas que alzó vuelo, pero nada más.

Nos retiramos por la misma ruta, socializando las posibilidades de que el rumor pueda ser cierto: Primero, es una especie migratoria (Pandion halietos), será posible que se hayan acomodado de tal modo a nuestra tierra que hasta les dé por repoducirse aquí?

Segundo: de donde sale el rumor? Ramón Anibal -que administra el Parque Nacional Piky Lora- afirma que varios pescadores y curiosos de la zona le han reiterado una y otra vez que «esos pájaros» están anidando río abajo. sino -dicen ellos- que es lo que buscan tanto por ahí, cuando pasan el día cerca del embalse de la presa de Monción, mucho más arriba?

Con estas y otras tantas inquietudes, continuamos el recorrido por sobre el Contraembalse de la Presa, rumbo a la Comunidad de «Los Martínez». En este pasaje hay dos situaciones singulares: el cuarto de máquinas donde están las turbinas Hidroeléctricas con capacidad de producir 50 Megavatios de electricidad. Lo otro es «otro rumor», que aunque es verosímil, ha sido puesto a correr de forma intencional: Se cuenta que parte de las tuberías y maquinarias para el acueducto la la Linea Noroeste, cuya toma está en la periferia, fueron importados desde Brasil y que de algún modo también llegaron de polizontes algunas culebras de un rojo muy intenso, presumiblemente venenosas y que ya «muchos dicen haber visto».

Afirman pues que se han reproducido y andan por esos montes de Dios (Ramón Anibal dice que el ni lo afirma ni lo niega, pero prefiere que los depredadores humanos le teman «a algo» a la hora de incursionar por esos bosques).

Avanzamos por caminos de tierra (y polvo!) por entre un bosque seco en el más amplio sentido de la palabra, destellos de amarillo-vida y verdes infinitos vienen dados por la presencia imperial de su majestad el Guayacán… especie nunca bien ponderada con la que deberíamos repoblar tantos espacios como dicte la prudencia para enriquecer nuestros ecosistemas.

Entre el sopor y el polvo debatimos sobre la grandeza de Miguel Hernández, mientras escuchamos la magistral adaptación de Serrat cuando llevó a canción su poema «para la Libertad». de pronto un espejismo inmenso revolotea por frente al vehículo. Freno casi de golpe! abro las puerta y grito «cámaras»…como de la nada salió volando un inmenso y hermoso ejemplar de Aguila Pescadora! es tarde, vuela  a contra luz y fuera del alcance de los lentes. Nos sorprende que ande por ahí…cuales hábitos tiene este extraordinario animal?

Seguimos la ruta, buscamos el Frijolito, hay varios ejemplares de camino, hermosos…pero ninguno son, insiste Ramón Anibal: «esperen a ver». Sabina interpreta «la del Pirata Cojo» y los chivos -que se cuentan por centenares- se empinan entre los arbustos y cambrones para alimentarse a su modo. A lo lejos ya divisamos un gran solar con un arbol solitario, presumimos que debe ser de mango. La copa gigantesca, casi roza el suelo. Llegamos!

Nos resultó difícil asimilarlo, es que los Frijolitos que habíamos visto hasta ahora han tenido un porte cuasi conífero, esbelto, compacto. Pero aquí nos encontramos finalmente con una copa «versión extendida» -debe tener unos 8  o 10 metros de diámetro- brincamos la cerca de púas que lo bordea. queríamos verlo de cerca y estar seguros. Lleno de vida! mariposas, aves, abejas, avispas… un zumbido intenso desde dentro, sus ramas y follajes forman una cúpula estética, gigante, verde, preciosa. De no haber sido porque la picadura certera de una avispa en mi cuello me confirmó mi lucidez, diría que estaba soñando.

El Cucú
El Cucú

Grata sorpresa. Pero lo mejor estaba por venir…Sterling y Tiuska (curiosos naturales) se habían adentrado en un tupido bosque de campeches, camarones, aromas y guayacanes. salieron de allí orondos: Los Barrancolíes se cuentan por docenas.. un Cucú que posa sin tapujos, Zumbadores «mansos»…por supuesto volvimos todos (no enfoca mi cámara advirtió Sterling, con el antebrazo «sazonado» por media docena de avispas).

Es una atmósfera surrealista, son apenas unos cuantos metros de solar -frente a las plantaciones de Banano que ya copan casi cada terreno cultivable en todo el Noroeste- sin embargo era cierto: los Barrancolíes revoloteaban entre Nos. posaban, jueguetaban, se sacudían..el lente de cada cámara -aún la de Hasby, nobel entusiasta en esas lides- recibió la recompensa del colorido. El Cucú, el Zumbador… todos quisieron ser vistos!

Ya era un poco tarde, un bote con su propela presta para llevarnos aguas arriba de la Presa nos espera cerca de Monción. De modo que habiendo recargado nuestra sed de Natura en tan singular paisaje retomamos de vuelta el polvoriento camino con la promesa de volver….volver.

(continuará..)