Hablar de que el mundo se hunde progresivamente en una crisis energética a veces suele ser redundante. A veces puede ser más constructivo debatir sobre de qué forma se puede hacer frente a esta realidad y qué ofrecen las variadas alternativas de fuentes energéticas que existen actualmente.
En Chile hemos tenido tres episodios de desabastecimiento energético que nos han obligado a tomar medidas que van desde el ahorro hasta el racionamiento, dando indicios claros de la cruda realidad que tendremos en el futuro si es que no tomamos este tema en serio.
En lo doméstico, la crisis energética repercute en el bolsillo familiar, ya que la cuenta de luz cada vez es más cara y en muchos casos el sueldo mínimo es insuficiente para los demás gastos mensuales. Eso lo tiene bastante claro Alberto Perez, en su columna La Energía Solar: puro romanticismo, en el sitio www.elquehaydecierto.cl, quién además, como es deducible en el nombre del texto, descarta tajantemente las energías alternativas (al menos la solar) como opciones válidas y rentables.
En la columna se dice que es imposible autoabastecerse y que pensar en una alternativa sustentable de energía, es una idea simplemente “romántica”, debido a los costos que conlleva la instalación de las maquinarías que propician estas fuentes energéticas.
Sumar todos los costos de los implementos necesarios para instalar sistemas de autoabastecimiento en relación con el ahorro energético, dependiendo al tiempo de funcionamiento de la fuente, es un ejercicio que revela que actualmente “cuesta”, y mucho, implementar estas alternativas. Por lo menos hasta ahora, sin políticas públicas que las fortalezcan y un consumo constante que regule los precios dentro del mercado.
La construcción de centrales solares requiere componentes fabricados en serie, lo que en una economía de escala significaría que si la demanda de estos elementos aumenta, los costos de los mismos disminuyan. El simple efecto de la oferta y la demanda. Por lo tanto, cada central que se construya será más barata que la anterior.
De acuerdo a lo anterior y siguiendo con el juego; ¿Qué pasaría si el estado – chileno en este caso – subvencionara la construcción y el uso de fuentes de energías sustentables?
En Australia la experiencia existe desde el año pasado. En Nueva Gales del Sur, el Gobierno implementó un plan de bonificación por el cual todos aquellos ciudadanos que perciban menos de 10 mil dólares al año, podrán acceder a un sistema de energía solar en sus propios hogares. (según Clean Technica).
Esta medida se podría enmarcar dentro del plan del gobierno federal australiano que pretendía en 2005 disminuir el costo de la tecnología solar hasta el punto de competir con los combustibles fósiles. Para ello realizó una inversión de $50 millones de dólares en un esfuerzo conjunto de investigación con Estados Unidos.
Hablando de subvenciones estatales, un estudio aplicado a Estados Unidos reveló una infografía que mostraba resultados de las comparaciones de subvenciones que recibe los combustibles fósiles con las que recibe la energía solar. Según la investigación en el 100% de Estados Unidos la electricidad sería más barata usando ésta energía y, para completar la información se compraran la situación de Alemania que teniendo 40 veces menos sol genera 60 veces más energía solar.
Pensar que es “romántico” optar por las energías sustentables, descartándolas para hacer frente a la situación crítica que vive el mundo actualmente, es validar un sistema mercantilista que no tiene espacio para iniciativas de carácter social y/ ambientales favoreciendo además, a las clases más bajas. Pero hay mucho en juego. El negocio, lo más probable es que no funcionaría de esta manera.
Puede que en este momento, instalar fuentes de energías solares que abastezcan a todo un pueblo, cueste una cantidad de dinero enorme, pero el intento de producir energía de fuentes renovables de bajo costo gracias a la voluntad política en conjunto a una sociedad concientizada, no tiene precio.
Vía: Veo Verde