POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
Pocas veces una cueva tiene tanto por donde escribirle, y el caso de la Cueva de Chepa es uno de esos, pues se trata de una cavidad con tanta información en su interior que no bastarían cuatro artículos para su descripción, principalmente si se sabe que mucho faltaría para informar de lo que debe poseer en el subsuelo esta cueva en materia de arqueología y paleontología, dado el uso que hicieron de ella nuestros aborígenes – tomando en cuenta las evidencias encontradas – y dadas las particularidades de bosque húmedo de la zona, tupidamente arbolada
La Cueva de Chepa se encuentra en Bayaguana, en la localidad denominada Valle Grande, específicamente en la localización N= 2,086,428.00; E= 439,282.00. Sabíamos de su existencia desde hace algunos años, pues luego de habernos sido reportada un equipo de prospección del Espeleogrupo estuvo en ella, pero siempre estuvimos posponiendo su estudio por diversas razones.
Por otro lado, esta cueva fue tema importante dentro de las posibilidades ecoturísticas que posee la zona y que se discutieron en algunas reuniones sostenidas por miembros de varias comunidades de esta parte de Los Haitises (Boyá, Monte Plata, Bayaguana) representados en el Movimiento Campesino Comunidades Unidas (MCCU) y un equipo asesor de la Academia de Ciencias de la República Dominicana.
La Cueva es en sí parte de un enorme complejo activo perteneciente geológicamente a la formación Haitises, el carso (Karst) más importante de la isla de Santo Domingo y del Caribe. En sus cercanías brotan varios arroyos de otras cuevas que pasan a formar el caudal de los ríos Comatillo y Comate, con aguas que en otra época inundaban la Cueva de Chepa, la que en la actualidad solamente recibe agua durante las grandes lluvias.
La entrada principal, en términos espeleológicos, es una abertura de aproximadamente 30 por 15 metros. Y digo “aproximadamente” porque la alcanzamos visualmente, a una altura (también aproximada) de 40 metros desde la parte más elevada del suelo de la cueva en ese punto.
Esta entrada da a un enorme salón techado con una cúpula colosal. Su suelo es una elevación formada como producto de los desprendimientos antiguos durante el proceso de crecimiento de la cavidad. El diámetro de esta parte en forma de circunferencia es aproximadamente de 60 metros. Pocos espeleotemas se formaron en esta parte. En el techo se ven costurones estalactíticos que han crecido a favor de los intersticios entre fracturas, los que a su vez han dado origen a pocas pero gruesas estalagmitas en el suelo, principalmente en la zona más alta de este.
El conjunto estalactítico más notorio se encuentra luego que se abandona este “salón de las golondrinas” para seguir la cueva en su desarrollo. La característica de este conjunto es el crecimiento de las estalactitas a favor del viento, que soplando en una y luego en dirección contraria, le dieron forma caprichosa al conjunto.
A seguidas del paso relativamente estrecho por el que se abandona en descenso el “salón de las golondrinas”, se accede a una red de grandes túneles interconectados, algunos de ellos de dimensiones enormes, pero todos con el característico suelo de inundación periódica y abundancia de arcilla, cubriéndose en algunos casos por capas de murcielaguina que los lugareños utilizan como abono.
Un segundo paso angosto permite pasar a otra red de túneles con características similares al anterior. En algunos casos, los túneles resultan divididos por grandes formaciones que van desde el suelo al techo de la cueva.
En términos generales, la Cueva de Chepa tiene un desarrollo de poco más de 500 metros, con zonas altas que llegan hasta los 25 metros, aunque en la parte del “salón de las golondrinas” el techo está a unos 40 metros del suelo.
Muchas otras cuevas, más pequeñas, están en las cercanías de Cueva de Chepa, muchas de ellas tan activas que en algunos casos hay que sumergirse en el agua para pasar de un punto a otro. Pero de esas hablaremos más adelante.
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