«Extensiones de marismas y pantanos, o superficies cubiertas de agua, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros».
Así define la Convención sobre los Humedales estos ecosistemas, en los que el agua juega un papel fundamental.
El dos de febrero de 1971 se firmó el Convenio sobre los Humedales, a orillas del Mar Caspio, en la ciudad iraní de Ramsar.
Con él,se creó una lista de las zonas húmedas de importancia internacional compuesta, en la actualidad, por 1.011 humedales de 117 países. Nuestro país se incorporó a la lista en 1982 agregando 38 humedales entre los que destacan parques nacionales como Doñana y Tablas de Daimiel y lagunas como Villafáfila, y Gallocanta.
Gran parte del abundante patrimonio arqueológico y cultural del mundo guarda estrecha relación con las riquezas naturales de sus humedales. Las antiguas civilizaciones surgieron y evolucionaron al borde de los grandes ríos y de los humedales asociados a ellos y el bienestar de mucha gente sigue dependiendo hoy en día de sus recursos hídricos. Además, diversas actividades humanas como la pesca, la agricultura, la actividad forestal, el transporte, el turismo, etc. requieren de los recursos naturales provistos por los humedales y dependen, por lo tanto, del mantenimiento de sus condiciones ecológicas. También son zonas muy importantes para el abastecimiento de agua dulce con fines domésticos, agrícolas o industriales y por ello, en los últimos años, se ha prestado mayor atención a su conservación.
Via: Ambientum